jueves, 14 de agosto de 2014

Mis diez refranes preferidos


1) Habla poco, escucha más y no errarás.

2) Nadie diga mal del día hasta que sea pasado y la noche venida.

3) Por la noche todos los gatos son pardos.  

4) Mal de muchos consuelo de tontos.

5) Piensa el ladrón que todos son de su condición.

6) Con el tiempo y la paciencia se adquiere la ciencia.

7) Del dicho al hecho hay mucho trecho.

8) Según hagas tu cama, así dormirás.

9) El clavo que sobresale siempre recibe un martillazo.

10) No hay peor sordo que el que no quiere oir.


miércoles, 6 de agosto de 2014

Aquellos maravillosos veranos

Para mí, el verano comenzaba con el último día de clase. El incondicional pantalón corto, normalmente de color negro y ancho, las camisetas de rallas o de algún grupo heavy y las zapatillas desgastadas de jugar al balón -pensaba poner fútbol pero creo que eso sería ser muy osado-.
Llegaba a casa, dejaba la mochila de cualquier manera encima de la cama, cogía el bocata que tocara -nada de alimentos aptos para un dieta sana y equilibrada- y me dirigía corriendo donde mis amigos, que por esas fechas estaban construyendo una de las mayores "sanjuanadas" -entre 9 y 12m de altura por unos 6m de diámetro, aprx.- que existían por allí cerca. ¿Qué era lo primero que hacía? Soltar todos los papeles, libros y apuntes que durante el año me habían traido tantos quebraderos de cabeza. Tenián que arder. Y ya está, era feliz. No hacía falta más. Uno te contaba que le habían quedado dos asignaturas para Septiembre, el otro se quejaba de que los flashes habían subido a 5 pesetas, el de más allá venía sonriendo sin darse cuenta de que traía una tabla clavada en la zapatilla... Todo daba igual. Era verano y teníamos casi 3 meses para ser las personas más felices del mundo.


Llegaba el 21 de Junio y me levantaba nervioso. Hacíamos turnos para tener todo preparado. Sabíamos que a las 22.30 todos nuestros esfuerzos de varios meses atrás iban a ser purificados. Nuestros ojos brillaban, y olíamos un poco a "barbacoa", todo hay que decirlo, pero daba igual, era verano. Tras la fogata saltábamos el muro -bueno, yo daba la vuelta...- y todas las madres preparaban la mejor merendola del año: chocolate, refrescos, sandwiches, paquetes de chucherías varios, bollos... Todo lo más "sano" del mercado estaba allí, para nosotros y gratis. Nada podía estar mejor para dar inicio al verano.

A la mañana siguiente, a pesar de haber llegado tarde, a las 7.30 ya estaba delante de la televisión para ver El Club Megatrix: Oliver y Benji, Punky Brewster, Salvados por la campana, Pesadillas, Power Rangers, Chicho Terremoto, ... Seis horas de dibujos animados intercalados con presentadores anunciando coches, golosinas o la película de moda. Y, ¿esa increible sintonía, eh? -Tono irónico, claro. Pero eso sí, en aquellos tiempos era algo increible-. A las 11.00 ya estaba en el parque junto a mis amigos. ¿Para ir a dónde? A la piscina. Nuestro bañador molón, las mismas chancletas de rallas azules y blancas de todos los años... Íbamos echos un cristo, pero da igual, era verano.
Llegábamos con nuestro gorro rojo y una ralla blanca, las toallas de propaganda y el reloj nuevo sumergible que los más adelantados tecnológicamente poseían. El casette de "El vals del obrero" de SKA-P no podía fallar. Aquello para nosotros era... Que probablemente no entendiésemos las letras, pero daba igual, era lo que nos gustaba y era verano.


Las 14.00, los macarrones en la mesa y deseando que llegasen las 16.00 para jugar ese partidillo de futbito de tres contra tres a 33 grados a la sombra. Daba igual, era verano. A las 15.45 ya estaba sonando el timbre -que ahora los chavales y las chavalas no se llaman al timbre, ¿no?- , cuando no era a gritos desde el parque... Dueños de nuestras propias reglas -no vale fuerte, desde aquí no se puede tirar, no hay fueras de banda, ha sido falta porque lo digo yo...- nos pasábamos gran parte de la tarde con resultados como: 15-20, 23-31... Ahí sí que había emoción y ganas. Luego existían los juegos como el "bote bote", el escondite, guerra de globos de agua, carreras con las bicis, los cromos de la liga, construír una caseta -daba igual la porquería que hubiese dentro, los sofás cogidos de la basura...-, disfrazarse, disparar con la cerbatana, alguna peleilla que otra, -ná', dos tortas y tan amigos-, el patinete, la "goitibehera", el ping-pong, las raquetas, las palas, el baloncesto... Vamos, podíamos ser unos atletas natos.

Ya, agotados y de tertulia en el banco de siempre pensando qué hacer al día siguiente, llegaban las 22.00 -las 23.00 en el mejor de los casos- y mi madre gritaba por el balcón para que subiese a casa. Yo me hacía el sordo, pero cuando silbaba mi padre estaba en casa antes de que él cruzase la puerta del balcón... No había que arriesgarse a no salir el día siguiente, era verano. Aún así, siempre estaba Ramón García y su Grand Prix esperándome para alegrarme el final del día.


Año 2014. Echo de menos tantas cosas, a tanta gente, tantos momentos, tantas sensaciones... Seguro que vosotros y vosotras también, pero tenemos la suerte de poder cerrar los ojos y dejando que los recuerdos se hagan con nuestro cuerpo y alma, podemos volver a revivirlo. Abrid la ventaba, respirad hondo y pase lo que pase da igual, es verano :)

P.D. Para los más nostálgicos, aquí.


"El verano es siempre mejor de lo que podría ser" -Charles Bowden-